El director del equipo Caisse d'Epargne, Eusebio Unzue, aseguró ayer que hay pocas opciones de que Alberto Contador llegue al equipo la próxima temporada y señaló que, a su juicio, el madrileño cumplirá el año de contrato que le queda con Astana.
«En este momento tengo que pensar en los ciclistas que tengo. No tiene sentido hablar de Contador, es una posibilidad muy difícil porque supongo que al final se arreglará con el Astana», aseguró Unzúe tras la presentación del recorrido del Tour de 2009. Añadió que en este momento piensa en disputar la carrera con los ciclistas actuales, incluido Alejandro Valverde , ganador de la pasada Vuelta a España y ausente del último Tour al no poder correr en Italia, país que atravesaba la carrera.
«No es un mal Tour para Alejandro , vista además la forma en la que acaba de ganar la Vuelta», dijo. El director español señaló que no hay «ninguna» opción de que el doble ganador del Tour corra en su equipo el año próximo.
«Pienso que Astana no va a dejar escapar esta ocasión de continuar un año más con Alberto. Los pequeños matices que faltan por arreglar lo arreglarán», comentó.
100 años de Pirineos
El Tour de 2010 se escribe con T de Tourmalet. El mítico puerto, escalado dos veces y meta a tres días del final en París, será la apoteosis del festival ciclista de los Pirineos. Cuatro etapas, tres de ellas sin pausa intermedia, con dos llegadas en alto en la última semana conmemorarán el centenario de la primera incursión por la cordillera fronteriza con España. Con un kilometraje contra el reloj reducido a la mínima expresión y un arranque sembrado de trampas en forma de adoquines y viento racheado, el accidentado recorrido parece diseñado para escaladores como Alberto Contador o Andy Schleck.
El Tour se asomó por primera vez hace cien años al vértigo pirenaico. Ocurrió en su octava edición. En 1910 las carreteras no estaban asfaltadas, la salida se daba a las tres y media de la madrugada y la etapa reina medía 326 kilómetros con siete puertos infernales entre Luchon y Bayona. «Sois unos criminales», espetó Octave Lapize a los organizadores desde la bicicleta con la que acababa de coronar por primera vez el Tourmalet. A las siete de la mañana, pie a tierra, cubierto de barro.
Cien años después las mentes criminales citan con la leyenda a los herederos de la generación pionera. En el menú están los colosos de hace un siglo, ya alfombrados por el engrudo: Portet d'Aspet, Ares, Peyresourde, Aspin, Aubisque, Soulor. Más los descubiertos en el siglo XXI, como Pailhères o Port de Balès. Pero sobre todos destaca el séptimo magnífico. El Tourmalet, con sus 2.115 metros de altitud y sus más de 17 kilómetros de pendiente al 7,4 por ciento de media por su cara más liviana. Esta vertiente, a través de La Mongie, será escalada en la etapa 16ª.
Tras una jornada de merecido descanso en Pau, el Tourmalet premiará con la victoria en su cima a quien suba el primero los 19 kilómetros, al 7,4%, de su lado más duro, por Barèges. Será la segunda vez en que la monumental institución, el puerto pirenaico más transitado con 73 travesías, sirva de meta a una etapa. El único precedente data de 1974, cuando se impuso Jean-Pierre Danguillaume. Pero entonces París no estaba tan cerca. Esta vez sólo quedarán tres etapas para pasar ante el Arco de Triunfo. El Tourmalet será el juez de paz del tratado de los Pirineos.
La carrera partirá el 3 de julio en Holanda de otro puerto, este marítimo. Rotterdam, el mayor de Europa, será el escenario de un prólogo clásico de 8 kilómetros.
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