Riccó, conocido como "la cobra", mordió su primer éxito en la sexta etapa, en un alarde de talento y brillantez, delante de la plana mayor de la carrera, que no pudo impedir la victoria de la perla del ciclismo italiano, del hombre que fue segundo por detrás del español Alberto Contador en el pasado Giro de Italia.
El italiano firmó su hazaña por velocidad, e invirtió un tiempo de 4h.57.52 en los 195 kilómetros entre Aigurande y Super Besse, con un segundo por delante de Valverde, que mostró su mejor cara con sus heridas aún sangrantes y del australiano Cadel Evans, ambos atentos en el momento decisivo.
Franck Schleck y Kirchen pasaron a 4 segundos, Carlos Sastre y Denis Menchov, junto al checo Kreuziger, a 7 y el italiano Damiano Cunego, en dificultades cruzó a 32.
Kim Kirchen, de 30 años y ganador de la Flecha Valona, puso la cuarta cara al maillot amarillo, el primer luxemburgués desde el mítico Charly Gaul, que lo lució en la primera etapa del Tour de 1959 en calidad de ganador del año anterior.
Cadel Evans, quien se atrevió a dar un manotazo a un gendarme que iba en moto en plena carrera, pasó a la segunda plaza a 6 segundos de Kirchem, Stefan Schumacher retrocedió al tercer lugar, a 16 segundos. Entre los ilustres Denis Menchov figura séptimo (a 1.03), Alejandro Valverde es de nuevo el primer español, octavo (a 1.12) y Oscar Pereiro, magnífico en el ascenso a Super Besse, es décimo (a 1.21). Por su parte Carlos Sastre quedó duodécimo a 1.34 y el italiano Cunego perdió medio minuto en la etapa y está a 1.43 del líder.
Una etapa que se adentró en el macizo central con el interés marcado en los 50 últimos kilómetros con el ascenso a la Croix Morand (2a) y el aliciente final en Super Besse.
En las cuestas de la primera dificultad se deshizo el trío de franceses que formó la escapada de turno desde los albores de la carrera. Sylvain Chavanel (Cofidis) y Freddy Bichot (FRA/Agritubel) soltaron a Benoit Vaugrenard (FRA/Francaise) en busca de la cima, donde coronaron con un minuto de ventaja.
Opciones para Valverde
También se descompuso el pelotón, que fue repartiendo esprinters y rodadores por cada metro de la pendiente. El Caisse D'Epargne en pleno ejerció el mando para marcar el ritmo de las operaciones hasta la cima, el posterior descenso y la batalla final. Valverde, con sus vendajes en el brazo y la pierna, marchaba a buen recaudo en espera del momento clave, sin signos de debilidad tras una noche de insomnio y dolor por la caída del día anterior.
Los hombres de Eusebio Unzue, que descartó optar a la victoria de etapa en vistas de la avería de su líder, acabaron la faena de caza. Cedió Chavanel, eso sí, como nuevo dueño del maillot de lunares, poco después Bichot, que aún se puso flamenco con una admirable resistencia, después de una aventura estéril de 177 kilómetros.
Paso al momento de la verdad. Una subida a Super Besse que ofrecía un primer tramo de 7,4 kilómetros con un 5,7 por ciento de pendiente y una rampa final de 1.500 metros al 10. Se produjeron varios ataques, el más significativo el de Piepoli y Vandevelde, pero el dúo italo-americano sucumbió al paso del Caisse D'Epargne, enorme en el trabajo para su líder.
Olía a etapa para Valverde, ligero en el ascenso y hábil en la colocación. Pereiro le condujo hasta el mano a mano con los hombres fuertes de la carrera. Con todos en un palmo de asfalto, arrancó Riccó, se llevó a Valverde, pero el corredor de Sassuolo, "Il bisontino", explotó toda la fuerza que lleva dentro, que es inmensa, y pudo alcanzar uno de sus grandes sueños desde que corría en aficionados.
Premio para la calidad, la ambición y el descaro de un corredor apuesta personal de su director, Josean Fernández Matxín, quien se "enamoró" de Riccó cuando ganó siendo aficionado la Semana Lombarda ante profesionales. Con 20 años fue campeón de Italia sub'23 y en 2006 ganó un esprint al mismo Bettini. Un año más tarde conquistó en el Giro las Tres Cimas de Lavaredo. Lo que hizo en Super Besse se venía venir. De lejos.
La séptima etapa unirá las localidades de Brioude y Aurillac a través de 159 kilómetros, un recorrido de media montaña con cinco dificultades, dos de segunda categoría. Jornada para aventureros.
Valverde aseguró que su segundo puesto en Super-Besse demuestra que está al mismo nivel que antes de la caída y que sus opciones de victoria final en París están intactas.
"Me he encontrado perfectamente del golpe. Ayer me afectó pero hoy he demostrado que estoy recuperado, que soy el de antes", dijo el ciclista.
El Caisse d'Epargne trabajó intensamente para echar abajo todas las escapadas de la jornada y llevar a su jefe de filas a las faldas de Super-Besse con opciones de victoria, un esfuerzo que el murciano quiso agradecerles.
Su buen rendimiento le hace pensar que todo ha entrado en orden y que el minuto que perdió en la contrarreloj de Cholet y la caída de ayer forman parte del pasado.