Los organizadores de Stuttgart y el propio McQuaid intentaron evitar la participación de Bettini porque se negó a firmar su Código Ético. Incluso le llevaron a los tribunales, que le absolvieron y le permitieron correr a 24 horas de tomar la salida. Ahora, las tornas han cambiado. Primero me llevo vuestra carrera y luego os denuncio yo por ensuciar mi imagen de bicampeón del mundo.
Tras cruzar victorioso la línea de meta, Bettini disparó su fusil. Así desató su rabia, lo mal que lo había pasado durante la semana. En la diana imaginaria, quizá Susanne Eisenmann, cabeza visible de estos Mundiales. La alemana hizo todo lo posible por no ver esa imagen: Paolo, con los brazos en alto, revalidando su maillot arcoiris. Pero el tiro le salió por la culata. No el del transalpino, que fue el hombre más fuerte y nos dio una clase práctica de cómo debe correrse esta prueba: con sacrificio, inteligencia, fuerza y el respaldo de un equipo. Porque la escuadra italiana, no como históricamente, fue un verdadero bloque, un grupo unido que tiró sin piedad y fue quemando sus piezas una a una para acabar con el enemigo: la Selección española de Freire, Samuel y Valverde.
Si los azzurri ofrecieron un recital, ninguno de los tres líderes nacionales estuvo a la altura de las circunstancias. Pronto se vio que a Valverde no le funcionaban las piernas, ya que el murciano se desfondó para echar abajo la fuga de Rebellin y Kolobnev a dos vueltas del final. Sin embargo, el cántabro tampoco andaba fino. No respondía a los ataques de sus rivales y se guardaba la poquita gasolina que le quedaba para una hipotética llegada.
Distinto fue el caso de Samuel, porque él sí jugó sus cartas en el último giro. Siguió la rueda de un pletórico Kolobnev y se llevó a Bettini, Schumacher y Schleck. Al acabar el repecho, todos se miraban, nadie quería asumir responsabilidades. El pelotón podía enlazar y fue en esos instantes de duda cuando incomprensiblemente Samuel se lanzó a tumba abierta en el descenso. El desenlace: Freire y él, cortados ante la superioridad de Bettini. El año que viene, revancha en casa del enemigo. Los cuatro mundiales de Freire pueden esperar a Varese.
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