Carlos Sastre (CSC) abrazó la leyenda del Alpe D'Huez con una victoria en solitario en la etapa reina que le proporcionó el maillot amarillo y el derecho a soñar con el triunfo final en París si consigue rentabilizar 1.34 minutos sobre el australiano Cadel Evans en la contrarreloj decisiva del sábado.
Sastre, de 33 años, se lo jugó todo a una carta en el ascenso a la mítica cima del Alpe D'Huez. Arrancó a pie de puerto, con 13 kilómetros de pared por delante y escribió en solitario, con grandeza, una hazaña que le permitió tocar el cielo con las manos y soñar con el maillot amarillo en París.
El ciclista madrileño afincado y formado como ciclista en El Barraco (Avila), levantó los brazos después de recrearse unos segundos en estirar el maillot con un tiempo de 6h.05.58. La fiesta española la remató Samuel Sánchez (Euskaltel), segundo a 2.03 y Alejandro Valverde, que llegó con los grandes a 2.15. En este grupo estaban los enemigos a batir, el australiano Cadel Evans, el ruso Menchov y el austríaco Berhnard Kohl.
Sastre, 'míster top ten' en las vueltas grandes (4 en el Tour) se apuntó la segunda victoria en la 'grande boucle'. Ya probó la gloria en Les Domaines en 2003 y le tocó repetir en un lugar donde la historia de esta carrera deja hueco al vencedor. El líder del CSC subió al podio "tremendamente feliz" a vestirse con la prenda dorada que distingue a los elegidos.
Un paso importante de Sastre en su objetivo de ganar el Tour, pero no definitivo porque queda una contrarreloj de 53 kilómetros el próximo sábado en la que Evans y Menchov tienen aún mucho que decir. El español aventaja en 1.24 a su compañero y ex líder Frank Schleck y en 1.33 a Berhnard Kohl, los inquilinos del podio en Alpe D'Huez. Cadel Evans espera cuarto a 1.34 y Denis Menchov quinto a 2.39. Alejandro Valverde pasó a la séptima plaza a 5.35 y Samuel Sánchez a la octava a 5.52.
Al menos hasta el sábado, el ciclismo español soñará con la tercera victoria consecutiva en el Tour. Sería demasiado bonito que a los triunfos de Pereiro y Contador se uniera el de Sastre. De momento, prudencia. "Ahora lo que quiero es disfrutar de este triunfo y del maillot y tenemos dos días para pensar en la contrarreloj", señaló Sastre.
La decimoséptima etapa que se disputó entre Embrun y Alpe D'Huez ofreció un menú estremecedor con tres puertos de los que escriben la historia de la épica. El Col del Galibier (21 kms al 5,6 %) no vivió escenas de este tipo, ni mucho menos. El alemán Stefan Schumacher (Gerolsteiner) puso su nombre en la historia de tan legendario puerto y 5.000 euros en su bolsillo en concepto del premio Henri Desgrange, fundador del Tour. Los gallos subieron juntos escoltados por un pelotón que no había sufrido aún grandes destrozos.
Después de un descenso en el que no faltaron las caídas, la subida a la interminable Croix de Fer (29 kms al 5,2 %) cambió el decorado. El CSC empezó a mover fichas y asumió el mando de las operaciones. Los hombres de Sastre enseñaron la garras con O'Grady y Cancellara, que marcaron un ritmo exigente que redujo el grupo principal a 35 unidades.
Por la cima pasó en cabeza el eslovaco Velits (Milram), único superviviente de la escapada creada en el kilómetro 3 junto al español Rubén Pérez (Euskaltel), el francés Di Gregorio y Schumacher. El pelotón cruzó a 2067 metros de altitud a 1.25 minutos, toda la alta jerarquía incluida. Cancellara, que había perdido comba en la subida, no solo se reincorporó a la cabeza en el descenso, sino que volvió a atizar la marcha. El suizo está muy fuerte.
Al pie de L'Alpe-d'Huez (13,8 kms al 7,9 %) empezó el recital de Carlos Sastre. Atacó en cuanto la carretera apuntó al cielo, y allí puso su objetivo el español. Arrancó sin mirar atrás mientras sus rivales quedaban clavados, paralizados ante el tirón del líder del CSC. Las diferencias fueron aumentando poco a poco.
Kohl se quemó en marcar el ritmo, Menchov se descolgó unos cuantos kilómetros antes de volver a enlazar y Evans se pegaba como podía a cualquier rueda amiga. El australiano quedó maltrecho pero evitó una sangría de escándalo. Valverde no se despegó en ningún momento del grupo que le corresponde, el de los elegidos.
Sastre aguantó. Sufrió en solitario y aprovechó la oportunidad que lleva buscando desde hace años, la de demostrar que también puede aspirar a ganar una grande como el Tour. Saboreó la gloria el día que conquistó la cima más golosa de la prueba. La cuarta victoria española. Ahora, barra libre para seguir soñando.
El Tour sale de los Alpes para la disputa de la decimoctava etapa entre Bourg D'Oisans y Saint Etienne, de 198,5 kilómetros, una jornada de media montaña con un puerto de segunda, la Croix de Montvieux, con la cima a 33 kilómetros de la llegada.
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