miércoles, 25 de julio de 2007

Rasmussen da un puñetazo en la mesa imponiendose en el Aubisque

Rasmussen, el señalado por la organización del Tour, el "sospechoso", ganó su segunda etapa de la presente edición haciendo honor a sus dotes de inmenso escalador, en otro mano a mano con Contador, a quien obligó a hincar la rodilla con un demarraje incontestable en el último kilómetro, después de aguantar un par de ataques lejanos del madrileño.

El líder, que fue víctima de un picotazo de abeja en el labio, coronó la larga etapa de 218 kilómetros que salió de Orthez con polémica y llegó a la cima del mítico Aubisque en solitario, eufórico, con un tiempo de 6h.23.21, a una media de 34,20 kms/hora, y con 20 segundos de premio en concepto de bonificación.

Segundo fue el estadounidense Levy Leipheimer (Discovery), a 26 segundos; y tercero Alberto Contador, a 35, en un todo o nada que le salió cruz. "He perdido el Tour y felicito a Rasmussen. Prometí atacar y es lo que hice. Ahora a mantener el segundo puesto", dijo el ciclista de Pinto.

Cadel Evans no estuvo en la pomada en la hora de la verdad, subió a tirones y llegó a la cima a 43 segundos de Rasmussen, precediendo al colombiano Mauricio Soler. Los españoles volvieron a brillar, con buenas prestaciones de Haimar Zubeldia, Carlos Sastre, Juan José Cobo y Alejandro Valverde, todos entre los diez primeros.

Aunque Rasmussen, abucheado en la salida y en todo el trayecto, afirmó que "aún faltan muchos kilómetros para París" y se mostró cauto ante la contrarreloj del sábado, el corredor nórdico dio un paso decisivo para subir a lo más alto del podio en París, donde la sospecha le recibirá con los brazos abiertos. Para disgusto de la organización, que no sabe por donde hincar el diente al líder.

Contador quedó a 3.10 minutos, un poco lejos de su sueño juvenil. El australiano Cadel Evans defenderá el tercer escalón del podio a 5.03, mientras que Leipheimer desde la cuarta plaza a 5.39 intentará desbancar al corredor de la antípodas.

La etapa reina fue destronada por el tema que sacude los cimientos del Tour y del ciclismo desde la víspera, con el positivo de Vinokourov y el éxodo precipitado del Astana, que no tomó la salida. En plena resaca la UCI anunció que había suelto otro tramposo, y éste, de nombre Cristian Moreni (Cofidis) y nacionalidad italiana, llegó a meta con la marca de la testosterona en su haber.

Mientras el Tour hacía juegos malabares para tratar de hablar de ciclismo, empezó la etapa con una sentada de los equipos franceses y alemanes reclamando juego limpio. Echa la foto del acto tomaron la palabra aquello que aún tienen que justificar su presencia en la 'Grande Boucle'.

Los españoles se pusieron manos a la obra. En el Port de Larrau (Categoría especial, 14,7 kms al 8,1 por ciento) Chente García Acosta (Caisse) fue el primero en entrar en Navarra, acompañado de Gorka Verdugo (Euskaltel), ambos en la escapada que nació en el km 8. En el descenso aumentó el grupo de vanguardia a siete, ya que se unieron Sastre, Mayo, Soler, Augé y Rinero.

En el Col de la Pierre Saint Martin (1a, 14 kms al 5,2) el grupo mantuvo la armonía, aunque la diferencia se iba aminorando, ya que el equipo del líder atizaba duro para estabilizar la fuga.

En la Marie Blanque (1a, 9,3 kilómetros al 7,4 por ciento) el grupo cien por cien hispano pasó con 2.20 de ventaja y se presentó al pie del Aubisque con apenas un minuto. Los "gallos" iban a entrar en escena. El ucraniano Popovych puso ritmo para Contador y Leipheimer y enseguida cayeron los actores secundarios, los Valverde, Pereiro, Sastre, que fue el héroe anónimo de la jornada, Zubeldia, Cobo y compañía.

A 9 kms de meta arrancó Contador, sin la fuerza de Plateau de Beille. Rasmussen ni se inmutó, igual que cuando en rueda de prensa le preguntan por el dopaje. Dos kilómetros después, otro latigazo del español acabó con Evans, pero el líder allí seguía, a la expectativa.

El duelo final fue a tres, pues Leipheimer se incrustó entre Rasmussen y Contador. Dos del Discovery contra el señor de amarillo. Se movió el americano, síntoma de que su compañero no podía. El mensaje lo recogió Rasmussen para volar hasta meta. Y de qué manera. Abrió hueco. Tanto, que al fondo se veía París.

La decimoséptima etapa sale de los Pirineos para entrar en las grandes llanuras. El recorrido, de 188,5 kilómetros unirá Pau y Castelsarrasin. Seis tachuelas de cuarta categoría no deberían impedir una llegada al esprint.

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