¿Lo esperaba?
Era un final de etapa que podía ir bien a mis características. Lo sabía pese a que no había estado nunca aquí.
¿Y entonces qué le animó a atacar en la última subida?
Quizá el desconocimiento y que Cadel Evans tiró tan fuerte que, al ponerme a su rueda, me vino perfecto para poder atacar. Kirchen iba por delante pero le pude coger. Al tomar la última curva no tenía ni idea de los metros que faltaban. Tengo que dar las gracias a todo el equipo. Estuvieron arropándome desde el principio. En los dos últimos kilómetros tuve que remontar desde la trigésima posición con Iván Gutiérrez. He demostrado que tengo fuerzas y, después de subir al podio, una confianza extra. Estar aquí rodeado de tanta expectación es también una bonita satisfacción.
¿Más ahora con el maillot amarillo?
No, las mismas. Lo mejor de este éxito es que ya en el primer día hemos cumplido dos de los objetivos de mi equipo, el Caisse d'Epargne, para este Tour: el triunfo de etapa y el liderato provisional.
¿Y ahora?
Tocará perderlo porque seguro que me lo van a quitar. Es muy pronto y demasiada presión para el equipo mantenerlo. Además, la contrarreloj llega en sólo tres días Lo que importa es entrar en París con este maillot.
¿Qué mensaje ha mandado a sus rivales?
Ninguno en especial. Que estoy bien como ya he venido demostrando. Y que ahora me siento ciclista. El año pasado no me sentía por todo lo que nos rodeaba. Ahora estoy fenomenal. Pero queda tanto Tour que no puedo hacer más que ir día a día. Estar aquí ya tras la primera etapa no me va suponer más presión, si acaso todo lo contrario.
¿A quién se lo dedica?
A toda mi familia y a los verdaderos aficionados al ciclismo y también, por qué no, a los que dudan. Yo no puedo hacer más por este deporte tan fantástico.
Sigue la tradición española Después de Contador viene usted.
Estoy muy contento de haber heredado el amarillo que Alberto consiguió el año pasado. Me gustaría que estuviera aquí.
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