Nada definitivo, por supuesto, pero además de ser algo real, psicológicamente es un golpe. Lo que si demostró Valverde es saber encajar bien el infortunio.
Ni su estado de forma, ni las últimas contrarrelojes que había realizado nos conducían a una situación como la que nos terminamos encontrando. Con decir que en los primeros once kilómetros había cedido veintiséis segundos, es más que suficiente para saber de que estamos hablando.
Mirar los resultados de esa crono no resulta muy halagüeño para nuestro ciclismo. Iván Gutiérrez fue el mejor, a 50 segundos de Schumacher. Pereiro estuvo a su nivel, a 1:28 del ganador. Luego aparecen Samuel Sánchez, a 1:31, y Valverde, a 1:34, con Mikel Astarloza y Carlos Sastre, a 1:42 y 1:43. Todos se han movido, menos Valverde, en sus registros habituales. Sastre es de lo que perdió menos tiempo que en otras ocasiones. Mejor no mover mucho esa contrarreloj, por si acaso, que ha supuesto una pequeña decepción.
Pero más sorprendente todavía es lo del alemán Stefan Schumacher, un buen corredor, pero no un especialista. Si el Tour quería tranquilidad, el nuevo maillot amarillo no se la va a dar.
El medallista de bronce en el último Campeonato del Mundo de Sttutgart es uno de esos ciclistas que nunca parecen despegar, con una carrera en la que se encuentran actitudes comprometedoras.
Dio positivo tras pasar un control de alcoholemia después de sufrir un accidente de tráfico el pasado mes de octubre. Su coche golpeó la verja de un jardín. Sucedió después del mundial. Su tasa de alcohol era muy elevada. Pero lo peor es que en el análisis de sangre que le realizaron después aparecieron restos de anfetaminas.
Se quedó diez meses sin el carnet de conducir. Le sancionaron con 10.000 euros. Su tasa de alcohol en sangre fue del 0,7%, cuando en Alemania el límite está situado en el 0,5%. Dijo que no tenía ni idea de cómo habían aparecido las anfetaminas en su cuerpo. No es la primera vez que Schumacher, que debutó como profesional en el Telekom, ha tenido problemas.
En 2005 fue descalificado en la Vuelta a Renania-Palatinado, por uso de estimulantes (efedrina), cuando corría en el equipo Lamonta. Ganó cuatro de las cinco etapas que había. Fue descalificado en dos de ellas. Era el líder del circuito europeo. Seis días antes del último Campeonato del Mundo, en un control de la Agencia Alemana Antidopaje arrojó, 50,5 de hematocrito. Lo justificó con una diarrea y no fue sancionado. Todo ello corriendo en un equipo, el Geröslteiner, que es un paladín en cuestiones de dopaje y de imagen. Queda por ver cómo trata la prensa alemana al nuevo líder del Tour, que no parece un hombre capaz de hacer frente a una clasificación general.
Este Tour no tiene bonificaciones y sin embargo está resultando muy movido, agresivo. Todo parece estar más igualado. Entre los doce primeros de la etapa no hubo un minuto de diferencia y para buscar el primer corredor que cedió más de dos minutos hay que ir hasta el puesto 41. Son unos datos que llaman la atención. Nadie pudo romper el reloj. Junto a Schumacher, otro nombre que hay que apuntar es el del luxemburgués Kim Kirchen, a sólo 18 segundos del ganador.
Una vez vista la contrarreloj de Fabián Cancellara se entiende mejor que su equipo, CSC, no trabajase camino de Nantes para reducir la diferencia de los escapados y poder optar al maillot amarillo. Menchov recuperó parte de los 45 segundos que había perdido. Esperemos que no tengamos que acordarnos mucho en el futuro de esta contrarreloj. Momentos como los vividos en la crono, con un batacazo importante a todos los niveles, sólo puede llevar a una reflexión, que muchas veces se olvida y que conviene recordar de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario