Ahora que vemos la temporada 2014 desde la lejanía es buen momento para analizar un año que nos ha deparado muchas y buenas alegrías a los valverdistas. Ya no es solo que el genio de Las Lumbreras haya completado su mejor campaña hasta la fecha (o al menos la más completa en cuanto a resultados) sino la manera con la que lo ha logrado a sus 34 primaveras. La diversidad de terrenos por los que ha rodado e impresionado con su golpe de pedal ha sido inmensa. En línea, en crono, en adoquín, en tierra... no importa, siempre disfrutamos de un Valverde competitivo.
Comenzó esta aventura en Dubai, donde ya dio muestras de la agresividad con la que nos sorprendería durante la primera parte del año. Atacó en la primera gran montaña a la que se enfrentó aunque le faltara terreno para prolongar su ofensiva y distanciar al pelotón. Sin embargo, se trataba de un aviso para navegantes.
Después de que no pudiera tomar la salida en la Challenge de Mallorca por una gripe, Alejandro se hizo con la primera victoria de la temporada en el prólogo de 7,3 km de la Vuelta a Andalucía superando con facilidad a especialistas como Tom Dumoulin, Bradley Wiggins o Richie Porte. Pero no quedaría ahí la cosa ni mucho menos porque aún nos tenía reservadas dos de sus espectaculares arrancadas en finales uphill llevándose sendos triunfos en San Catalina y Cabra. Para cerrar este capítulo se convirtió en el corredor con más títulos en la historia de la llamada Ruta del Sol al lograr su tercer entorchado consecutivo. Conoceríamos también entonces que su esposa esperaba otro bebé, lo que suponía un motivo más de alegría en este 2014.
Además, en la Vuelta a Murcia repitió operación al convertirse en el ciclista con más victorias en su palmarés. En una edición de un solo día dominó a placer la carrera de casa atacando en varias ocasiones hasta plantarse en solitario en el castillo de Lorca. Tampoco se bajó del podio en la Strade Bianche, si bien se quedó con las ganas de luchar por el primer peldaño después de dejar marchar a dos caballos como Peter Sagan y Michal Kwiatkowski. No se quedó de brazos cruzados el de Movistar tratando de darles caza en las carreteras de sterrato de las proximidades de la ciudad italiana de Siena. Fue un preludio de lo que sucedería en el Mundial de Ponferrada donde el polaco Kwiatko se escapó de las manos del Bala quien solo pudo ser tercero finalmente.
Sin tiempo para asimilar este resultado, unas horas después daría una de las mayores exhibiciones que se le recuerdan a lo largo de su carrera deportiva alzando los brazos a los pies del Coliseo Romano. Sin acusar la fatiga de una clásica tan exigente como la del día anterior, Alejandro movió la Roma Maxima desde muy lejos (a unos 50 km de meta) y se distanció del pelotón junto al veterano Domenico Pozzovivo. Juntos formaron una provechosa alianza que les plantó en la capital con unos metros sobre el grupo y Valverde aún guardaba fuerzas para esprintar por la gloria dejándonos una preciosa estampa para nuestra memoria.
Con un cómodo colchón de 6 victorias, el Bala disputó otra prueba en Italia, el GP Nobili, donde lo intentó desde aún más lejos y a punto estuvo de dar la campanada de nuevo. Seguidamente viajó a Bélgica para debutar en las clásicas de pavé con la preparación de la etapa de los tramos de la Roubaix presente en el Tour de Francia de fondo. El español impresionó en la Dwars door Vlaanderen tomando incluso la iniciativa en ciertos momentos de la competición aunque se le acabase haciendo un poco larga. Menos pudo brillar en el E3 Harelbeke, la primera carrera WorldTour que disputó en la temporada, donde un problema mecánico eliminó todas sus opciones. De regreso a España, estrenó su cuenta en el GP de Indurain tras llevar a cabo una magnífica estrategia el Movistar Team, la escuadra anfitriona en Estella. Un majestuoso Valverde que no encontró rival en la clásica navarra.
Pero los primeros puntos WorldTour llegarían en el País Vasco, prueba que dinamitó desde el inicio tensando a Alberto Contador con un demarraje bestial en el Alto de Gaintza, otra de las grandes imágenes que nos brinda esta temporada. Sin embargo, su coraje no tuvo el fruto esperado en esta ocasión ya que, pese a partir como segundo a 12" del líder en la contrarreloj definitiva, echó por tierra todas sus esperanzas en ésta siendo quinto a la postre en la clasificación. Fue el primer borrón del año en una vuelta que se le resiste con el paso del tiempo. La cura a esta herida no podía ser sino la participación en sus amadas Ardenas, a pesar de que vivmos un déjà vi del Campeonato del Mundo de 2012 en la Amstel Gold Race cuando Gilbert reventó al resto de favoritos en el Cauberg. Solo pudo ser cuarto en esta dura prueba en la que nunca termina de rematar.

Visto su gran estado de forma, Eusebio y el corredor prefirieron prescindir del Critérium du Dauphiné, incluido en principio en la planificación, por una vuelta más corta como la Route du Sud. No pisó mucho el acelerador pero acabó segundo tras dejar el protagonismo a sus compañeros en la etapas importantes. La noticia saltó en Ponferrada unos días después al colgarse la medalla de oro en la prueba de contrarreloj de los Campeonatos de España, algo que no había conseguido hasta ahora. También llegó de la mano de su compañero Ion Izagirre a quien cedió el jersey rojigualda en ruta. Si bien el nivel de participación no fue espectacular y el Movistar copó con facilidad las mejores posiciones, la seguridad de cara al Tour era total tras aquel fin de semana.
Un Tour en el que tomó la partida como líder único de su equipo, sin un Quintana que descansaba ya de la resaca de su triunfo en el Giro. Si bien vimos al Alejandro más regular en una gran vuelta desde su victoria en la Vuelta a España 2009, nos quedamos con la miel en los labios después de quedarse fuera del podio en una tercera semana complicada. En la primera parte de la ronda gala se presentó como gran candidato al cajón pero los últimos días fueron más un suplicio que una celebración aún tocando con los dedos los puestos de honor. Se batió en el adoquín, aguantó en la montaña y sufrió en la crono. La presión y, quizá, un fondo insuficiente pudieron ser los culpables de esta pequeña decepción. No olvidemos que solo disputó la Itzulia como única vuelta importante previa al Tour en primavera, olvidándose de Catalunya, París-Niza, Tirreno, Romandía, Dauphiné o Suiza.

Aunque Alejandro tratara de quitarse presión de antemano en la rueda de prensa, el seleccionador español y toda la afición le asignaron el rol de líder. La falta de dureza en el recorrido y la lluvia templaron los ánimos hasta la vuelta definitiva donde todos esperaban la reacción de España. Valverde cumplió a la perfección la estrategia marcada de inicio por Javier Mínguez y sumó una nueva medalla a su colección, en la que ya acumula más metales que nadie en la historia (6). Una lástima que Kwiatkowski se adelantara al resto de favoritos con su ataque sorpresa a 10 km de la llegada. Pero el balance era más que positivo después de ganar en el sprint de los capos a hombres rápidos y solo claudicar ante Gerrans.
Nos faltaba la guinda. El Giro de Lombardía sería juez en la pugna por la Clasificación UCI WorldTour entre Alberto Contador y el propio Alejandro. No tuvo problemas el murciano para certificar su primer puesto en el prestigioso ranking mundial al finalizar segundo en la clásica italiana. Dan Martin fue el más listo al anticiparse al cara a cara con el resto de favoritos. Parece increíble que estemos en condiciones de exigirle este tipo de triunfos tras esta impresionante temporada pero él mismo reconoce que echa en falta algunos éxitos todavía en su palmarés como algún monumento más (Lombardía sin ir más lejos), el Mundial o el podio del Tour. Sólo con que mantenga una parte del nivel deportivo que nos ha mostrado durante estos meses servirá para seguir viéndole luchar por las mejores carreras en los tres años de contrato que tiene firmados con el mejor equipo del mundo. Pero por ahora solo nos queda plegarnos ante el número uno y felicitarle por su reciente paternidad.
#GrandeBalaverde